viernes, abril 30, 2010

Uno de esos findes


Es por obligación, porque no tengo más remedio. Sin embargo me intento convencer a mí mismo de que es una decisión propia, meditada y libre.

Hoy es viernes, todo el mundo (o casi todo) se va al festival S.O.S. de Murcia. Me muero de envidia aunque me daba una pereza tremenda ir por el dinero, la incomodidad de pasar un fin de semana durmiendo a saber dónde y que me iba a encontrar a mucha gente que detesto y a la que tendría que saludar como si fueran mis amigos del alma. Esto último es una mínima hipocresía social necesaria para convivir en sociedad sin perder amigos por borde.

Hace tiempo que llevo pensando en pasar un par de días solo. Sin nadie a quien complacer ni a quien molestar. Sin gastos excesivos ni estado de salud perjudicado. Toca dos días de hacer todas las cosas pendientes que tengo, de leer, de escuchar música, de dejar la casa impoluta, de reflexionar y de escribir. De vez en cuando es necesario aislarse y sentirse bien con uno mismo. Lo que me parece primordial en estas ocasiones es tener muy claro lo que tienes que hacer. Aprovechar al máximo el tiempo y disfrutar la soledad hasta conseguir ese estado de satisfacción equivalente al del trabajo bien hecho y además relajado.

Ya dije en una ocasión que no hay nada peor que la soledad impuesta, y nada mejor que la soledad escogida y voluntaria.

Ya tendré más fiestas y sábados primaverales. Siempre habrá más planes, más terracitas y más vinitos a mediodía. Quedan muchas noches calurosas que compartir con los amigos. Ahora lo único que quiero es que se ponga el sol, acabar la jornada laboral y comenzar a disfrutar de estos dos días con mi soledad. Los dos bien juntitos.

viernes, abril 23, 2010

El día del libro


Ya vuelve a salir mi vena más criticona. Me parece que he leído en algún periódico o revista por encima de algún hombro en el metro, o en algún cartel no sé dónde unas declaraciones que me han indignado. Alguien decía que el 23 de abril era el mejor día del año porque era el único en que todo el mundo en el metro iba leyendo y parecía otro país. Hace falta ser gilipollas, flipado y cultureta con aires de superioridad.

El metro está lleno de gente leyendo siempre. Otra cosa es que se critique que la mitad de los lectores estén con el libro de moda ya sea de mayor o menor calidad. Por otro lado está el tópico de que en este país somos tontos; viajen a cualquier otro lugar más “civilizado” y comprobarán cómo en todos los sitios cuecen habas y en cualquier lugar encontrarán personas cultivadas y también catetos cerrados de los que piensan con las posaderas. A mí me gusta mucho leer, y no puedo pasar un día sin sumergirme entre las páginas ni sin escuchar un disco en casa atentamente. Por eso supongo que no cumplo los requisitos para entrar en Gran Hermano. Lo que no soporto es la gente que se cree mejor por leer. “¡Enhorabuena! ¡Eres un ser superior!” ¿Quieren que les diga eso? Desde luego que yo no tengo dudas de que es mejor disfrutar un buen libro que no hacerlo, pero jamás miraré a una persona que no lee como si fuera un discapacitado cultural.

Hoy, día del libro, resulta que me dolía mucho la espalda y como el tocho que me estoy leyendo tiene más de ochocientas páginas y es bastante grande, he decidido hacer una excepción y no llevarlo conmigo al trabajo. De todos modos bastantes cosas tenía hoy en la cabeza con los continuos giros de mi vida como para no aburrirme en los cuarenta minutos de trayecto. Pero ahora, en un descanso en el trabajo me he parado a pensar que como el ilustrado de la gran frase del comienzo del post me haya visto se habrá pensado que soy imbécil. Sólo se me ocurre decirle una meditada y compleja cosa a ese buque insignia de nuestra cultura: ¡Que te peten!

jueves, abril 22, 2010

¿Hay esperanza para los informativos en España?


Cuando estudié la carrera recuerdo que aprendimos la evolución de la Paleotelevisón a la Neotelevisión que se produjo a mitad de los años 80. La revolución se produjo cuando entraron en juego las cadenas privadas y, de ese modo, una competencia que debía afrontarse consiguiendo las mayores audiencias en detrimento de la calidad. Uno de los pilares básicos de las diferencias consistía en los progresos de los informativos que pasaron a dar menos importancia a las tres normas básicas de la información que son la veracidad, los criterios de importancia y de proporción y la separación de la información y la opinión. Como siempre, Europa ha ido a rebufo de Estados Unidos y España a rebufo de Europa. Sin embargo desde hace unos diez o doce años España ha decidido tomar un camino alternativo que supera todas las normas deontológicas de la profesión.

Poco a poco se fue prolongando la duración de los espacios informativos introduciendo noticias poco relevantes pero llamativas que en ocasiones trataban de hechos más personales otorgando una cara a la noticia (lo cual está bien), y noticias que buscan el mero morbo (el síndrome “Impacto TV” que está mal). Esto se aderezaba con la combinación de seriedad para unos temas y cierto humor para otros. Todos tenemos en mente los famosos chascarrillos del señor Matías Prats hijo.

De ese modo los informativos españoles fueron acercándose más a los sucesos y comenzaron a tratar las noticias llamadas “serias” como un tremendo rifirrafe más próximo a los programas de prensa rosa que al análisis objetivo de los hechos acontecidos. Si a esto le sumamos la evidente división política que arrincona a unos canales y a otros impidiendo que las redacciones sean independientes conseguimos lo que tenemos ahora. No olvidemos la doctrina que nos mostraba el señor Gabilondo. Muchas veces se podía coincidir con lo que se decía pero profesionalmente es inaceptable que un presentador de informativos te ofrezca directamente su versión de la realidad y te sugiera lo que debes pensar. Es para televisión como si se ofreciera opinión en los boletines horarios de la radio.

Por todos estos motivos la comunidad periodística internacional ha dado ya varios toques de atención a los periodistas españoles para que se acerquen más al rigor y menos al espectáculo. Se llegó a decir que los programas informativos de televisión de España eran los peores del mundo, y si vemos la relación calidad-precio no nos puede caber duda de que es cierto.

Sin embargo últimamente se ha ido produciendo un cambio. Frente al amarillismo espectacular de Antena 3 o Telecinco, TVE (con más medios que nadie) ha girado hacia la profesionalidad y la pluralidad sobre todo a través de su canal de información 24 horas. Juan Pedro Valentín dio el primer paso dando frescor a dicho canal y Vicente Vallés, su sustituto, ha sabido otorgarle el rigor necesario para producir información veraz, plural y entretenida. Recomiendo encarecidamente el que para mí es el mejor programa de la televisión en España que es La noche en 24 horas. Por otro lado, ante la inminente revolución en Cuatro por la compra de dicho canal por parte de Mediaset, se ha dado la vuelta a CNN+, canal de noticias de Prisa. Ahora hay más programas mejor dirigidos y más interesantes en lugar de un continuo diferido enlatado que se quedaba obsoleto todas las noches ya que no había medios para refrescarlo.

Estos cambios son un soplo de aire fresco a la información en la pequeña pantalla pero… ¿Seguirá adelante o volverán las audiencias a decapitar todo intento de buscar la profesionalidad?

lunes, abril 19, 2010

Es triste de pedir, pero más triste es de robar


De traca, esta última semana ha sido de traca. El miércoles fui a recuperar mi cartera, la tenía una amiga y quedamos en un bar con otros amigos. Me bebí un vino y, como soy un tunante, se me calentó el morro y lo que iba a ser recoger la cartera y vuelta a casa, se convirtió en un recorrido de garitos y yo pidiendo dinero a mis compañeros de borrachera porque no podía sacar dinero ya que había anulado la tarjeta. El resultado: 70 euros de deuda, una resaca considerable y mi americana favorita perdida en algún lugar de la sala Heineken. Me hubiera salido más barato no recuperar la cartera.

El sábado prometía. Concierto privado de Bunbury en la grabación de lo que va a ser la primera emisión en 3-D de Canal+. Todo muy bien si no llega a ser por lo “croqueta” que me puse delante de mi jefe y que intenté robar unas gafas especiales de 80 euros de la zona “supervip” por las que casi me echan (menos mal que me tocó un segurata majete). Tras eso tuve que buscarme la vida para encontrar un sitio en un coche que me llevara de vuelta a Madrid. Por fortuna el alcohol desinhibe y hace que no te importe avasallar a cualquiera que conozcas mínimamente. De hecho tuve suerte y la chofer que conseguí es una chica majísima. Esta muchacha me dejó en la ciudad donde cogí un taxi para ir a donde estaban mis amigos y entonces fue cuando me di cuenta. ¡Había perdido otra vez la cartera! Segunda semana consecutiva que me pasa esa putada. Supongo que me lo había buscado. Finalmente en lugar de devolver el dinero a quien me lo había prestado tuve que volver a pedir, primero para el taxi y luego para las copas.

La noche terminó con un servidor dando pena con mis bailes y una chica desnudándome en mitad de un bar. Tranquilo todo el mundo, no pasó nada: soy un pagafantas.

martes, abril 13, 2010

Sin cartera por pardillo


Ya lo que me faltaba. El sábado la noche empezó tranquilamente con una cena que preparé para cinco personas. Me gusta ser un buen anfitrión y me lo curré bastante: ensalada con todo lo que os podáis imaginar, canapés de jamón serrano picadito y ali oli, croquetas de jamón y de setas, chistorra de mi tierra, buen vino y sorbete de limón de postre. Debo decir que los invitados quedaron muy satisfechos, pero la casa acabó hecha un desastre como de costumbre debido a los chupitos de pacharán con los que acabamos la velada (una lámpara rota, un vaso roto y todo sucísimo). A eso de las cuatro de la mañana decidimos que era hora de ir a algún garito para conmemorar nuestro estado etílico.

Poco después una amiga acabó un poco perjudicada y hubo que dar por terminada la noche de manera prematura. Debajo de su casa compré unas ricas hamburguesas precocinadas y al pagarlas guardé mi cartera en el bolsillo trasero de mi pantalón (muy inteligente por mi parte teniendo en cuenta que llevaba un bolso). El portal estaba a veinte metros pero como era una plaza céntrica de Madrid y yo iba como iba no me enteré del hurto hasta subir a su casa.

Qué coñazo es todo el tema de anular las tarjetas, presentar la denuncia y todo lo que hay que hacer en esos casos. Justo una semana antes había estado comentando con mis padres que a mí nunca me han robado en Madrid y que no sabía por qué el centro tiene tan mala fama en ese aspecto. ¡En buena hora abrí la boca! Lo cierto es que yo no me amargo por cosas como ésta porque como ya he perdido varias veces la cartera… Ahora bien, no sé con certeza si mi cartera fue a parar a manos de un artista de los cinco dedos o si el hecho de ir “croqueta” hizo que se me cayera y no me diera cuenta. De cualquier modo prefiero que la versión oficial sea la del hurto ya que así no tengo que pagar para hacerme un nuevo D.N.I. y, sobre todo, porque me hace parecer un poco menos pardillo si es que eso es posible.

jueves, abril 08, 2010

Ese momento


A todos nos ha pasado, estoy seguro. Es un momento incómodo pero agradable al mismo tiempo. No sabes qué está pasando y te asustas porque no sabes si es real o es mentira.

Me refiero a cuando estás con un amigo o amiga que sólo es eso y, mientras te habla, te das cuenta de que te has quedado prendado por algún motivo. Estáis compartiendo un café, una cerveza, o pidiéndole un bolígrafo, cuando de pronto te fijas en los ojos que tiene o en sus labios, te viene una ráfaga de su olor y notas que se te acelera el corazón. El vello se te eriza, te pones nervioso, la otra persona se transforma y no la ves igual (hay ocasiones en las que hasta empiezas a imaginarla desnuda), no sabes qué decir y hasta puede que llegues casi a temblar o te salga una risita nerviosa. No me refiero a cuando en algún punto oculto de ti escondes unos sentimientos que no quieres reconocer ante ti mismo, sino a cuando te coge por sorpresa en un momento dado sin venir a cuento.

Cuando hay sentimiento previos te das cuenta de que esa persona te gusta de verdad desde hace mucho y te seguirá gustando al menos por una temporada. Pero si no es así, generalmente es una tontería que te puede durar un día o como mucho dos. No sé por qué se producirá, probablemente algún desequilibrio químico en nuestro traicionero cerebro pero te deja descolocado, aturdido y pensativo durante todo el día.

El problema de verdad, por lo menos en mi caso, es cuando tienes que volver a hablar con esa persona y actuar con naturalidad. Se me nota que estoy actuando de un modo extraño, creo que estoy siendo falso hacia esa persona y, aunque no culpable, si me siento como si hubiera cometido algún tipo de traición. Sé que suena raro pero es inevitable.

En fin, locuras cotidianas…

martes, abril 06, 2010

100 años de Gran Vía madrileña


¿Por qué mola tanto la Gran Vía?:

- Porque hasta a las 5 de la mañana es posible coger un taxi.
- Porque está el Museo Chicote.
- Porque los heavies míticos que están siempre ahí (todos sabemos de quiénes hablo) son demasiado carismáticos.
- Porque el toque decadente de las putas cuando llegas a la calle Montera tiene su encanto.
- Porque es el “Broadway madrileño”.
- Porque los carteles enormes de las películas en los cines están pintados y no son impresiones.
- Porque el cuadro de Antonio López es impresionante.
- Porque está el cartel de Schweppes que sale en El día de la Bestia.
- Porque Callao es un sitio perfecto para quedar.
- Porque en mitad tienes la Fnac.
- Porque de ahí parte la calle Fuencarral.
- Porque está al lado de Malasaña y Chueca.
- Porque comienza en el edificio Metrópolis.
- Porque termina en la Plaza de España.
- Porque está el Gula Gula.
- Porque a cualquier hora tiene vida.
- Porque las aceras son los suficientemente amplias para poder adelantar a la gente que cree que anda sola por la calle.
- Porque está llena de tiendas.
- Porque tiene tanta historia que se ha llamado desde Avenida de la Unión Soviética hasta Avenida de José Antonio.
- Porque los edificios son imponentes (Telefónica, Madrid-Paris…)
- Porque cuando se está poniendo el sol en verano la luz parece artificial.
- Porque está en mitad de todo.
- Porque…

lunes, abril 05, 2010

¿Quién soy?


Qué difícil es conocerse a uno mismo. A lo largo de la vida nos esforzamos en ser aceptados y cambiamos nuestra forma de ser según el contexto para agradar a los demás. El ser humano es un ser social que depende del resto de individuos para conseguir lo que necesita tanto para sobrevivir como para ser feliz.

Recordemos al viejo amigo Maslow y su famosa pirámide: Según el señor Abraham, todos debemos cubrir una serie de necesidades que van desde lo básico para la supervivencia hasta llenar nuestro yo interior. Conforme se van cubriendo los niveles inferiores se incrementan los deseos de cubrir los superiores. En el nivel más bajo están las necesidades fisiológicas, después la seguridad, las necesidades sociales, la estima y la autorrealización. De ese modo el hombre debe socializar para conseguir lo que necesita su cuerpo hasta seguir dependiendo de otras personas para conseguir lo que necesita su mente. El problema es que la sociedad es esencial en los primeros niveles, habituándonos a ello, y se nos hace más difícil acabar nuestra madurez y aceptar que el final del camino hay que hacerlo solo. Para sentirse bien se necesita pensar que uno agrada a alguien fuera de sí, pero también es necesario agradarse a uno mismo con total franqueza.

La sociedad, como todo en esta vida, tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Así como puede ayudarte puede destruirte. Un hecho común a todas las sociedades es la tendencia a clasificarlo todo. Cuando algo se sale de lo normal es rechazado por la mayoría ya sea de la sociedad global o de un micro-grupo de amistad o familiar. Véase el caso de las mujeres en busca de los mismos derechos que el hombre, los transexuales o quienes rechazaban la religión impuesta ente otros muchos casos. Gracias a estos “outsiders” las sociedades se han ido volviendo poco a poco más abiertas, plurales y tolerantes.

Conforme crecemos, las personas nos volvemos una máscara tras otra máscara tras otra máscara… y olvidamos quiénes somos realmente. Adoptamos un disfraz según con quien estemos porque queremos complacer al prójimo para favorecer a nuestro Yo social en detrimento de nuestro Yo interior. Todos nos hemos preguntado en algún momento de nuestra vida quiénes somos realmente pero por culpa de los clichés antes mencionados para clasificarlo todo, nos engañamos a nosotros mismos y no aceptamos la persona que somos realmente para permanecer dentro de lo establecido y ser aceptados por los demás. Los “outsiders” de los que hablaba son los únicos con el coraje suficiente para quitarse las máscaras, dejar de dar prioridad absoluta a lo que la gente piense sobre ellos y asumir que lo más importante es ser uno mismo y quererse como uno es. Estos son los héroes de la sociedad; quienes la hacen avanzar y los pocos que realmente alcanzan la autorrealización.

¡Quitémonos las máscaras! Atrevamos a conocer y a aceptar quiénes somos en realidad. Es un camino largo y difícil en el que nos puede asustar lo que vamos descubriendo, pero al final merece la pena.

viernes, abril 02, 2010

Un día tranquilo


Trabajar en días festivos como estos son un inconveniente apto para pocos lunáticos o, como yo prefiero verlo, un lujo para paladares un tanto deformados. Sí, así es, pasear tranquilamente por la gran ciudad bajo un sol radiante camino del metro pensando en lo que podré hacer o no hacer en la soledad de los días libres del trabajo al que me dirijo es uno de esos extraños momentos de felicidad. ¿Quién me iba a decir a mí que después de tanto tiempo y sin motivación alguna, lo que iba a volver a hacer era plasmar mis pensamientos sobre una pantalla luminosa para que los desconocidos que el azar elija los lean a través de ventanas similares? No sé qué significado tendrá, pero tengo la impresión de que con esta primavera tan esperada empiezo un nuevo ciclo y eso me proporciona una serena felicidad.

Siempre he dicho que la vida son ciclos que no sabes cuánto van a durar y que son imposibles de controlar. Ahora estoy seguro de que en esta nueva estación, con este nuevo trabajo y con las ideas más claras todo va a ir bien. La motivación es la mitad del camino de la felicidad; la esperanza es la otra mitad. Ambas dependen de uno mismo casi siempre, de modo que cuando te has llevado ya suficientes golpes y empiezas a ver la vida de manera más nítida es más fácil ser feliz. Sin embargo, no todo está bajo nuestro control y en la mayoría de ocasiones, por más empeño que pongas, si la moneda cae del lado equivocado poco importa el camino que elijas ya que tu felicidad (o infelicidad) dependerá de todo lo que te rodea. Creo y quiero creer que mi moneda en este momento en concreto muestra el lado de la cara. Puedo estar equivocado, pero ahora que conozco mis problemas y mis limitaciones por lo menos sé si es la cruz, ésta será más llevadera.

¡Había olvidado lo bien que se queda uno después de una sesión de blog! Ahora lo que me apetece es volver a casa y ponerme a leer durante horas en mi butaca acompañado de algún disco bueno que suene bajito, bajito, bajito…