jueves, mayo 06, 2010

Otra velada con Rufus


Siempre apetece ir a un concierto, más si es en un sitio como el Teatro Circo Price, más si es para ir a ver a Rufus Wainwright y, todavía más, si es gratis. La única pega es que ninguna muchacha quiso o pudo acompañarme, ya que me enteré de que había conseguido las entradas un día antes y con tan poca antelación ya se sabe. Lo más triste de todo fue que tuve que ir con mi jefe, lo cual entiendo que suene un poco patético. Ya sé que es algo un poco raro, pero me llevo muy bien con él, nuestro trabajo es la música, siempre viene bien ganar puntos con el jefe y, además, me invitó a los cubatas.

Era la primera vez que iba al Price y no sabía qué me iba a encontrar. Para mi sorpresa, pese a lo extraña que era la localización de nuestras butacas, el sonido era buenísimo. Probablemente la mejor acústica que he oído en Madrid. Mejor que la de la Joy Eslava. Rufus salió con un traje negro con plumas y pedrería brillante que a veces deslumbraba. Era un modelo bastante extravagante, no en vano lo había diseñado Zaldy Goco, creador del vestuario de Lady Gaga.

La primera parte del concierto parecía más un concierto de música clásica que otra cosa. No se podía aplaudir ni hacer fotos. El silencio era total y el protagonista tocaba una canción tras otra parando solamente para beber un poco de agua. En esta parte tocó su último disco, All days are nights: songs for Lulu; un trabajo íntimo, oscuro y que viene marcado por el fracaso que cosechó la ópera “Prima donna” que había compuesto anteriormente, y por la muerte de su madre. Este disco no es ni tan accesible ni tan fresco como otros trabajos pero no es peor, desde luego. Es un poco más denso ya que se trata sólo de su voz y el piano de cola. No hay banda. Ese rasgo del disco marcó cómo sería el concierto ya que toda la actuación fue así y yo, en un teatro, no me quejaré jamás de una actuación tan íntima e intensa. Necesito destacar el tema con el que abrió el concierto y primer corte del disco: Who are you New York?

Tras unos minutos de descanso regresó al escenario que contaba con muchísimas velas, ya con ropa más “normal”: una especie de camisa larga con la cintura entallada, sobre ella un chaleco con múltiples adornos y unos leggins negros. En esta parte del concierto que unió a los bises ya que casi no dio tiempo a que se le pidiera otra porque se fue del escenario y regresó a los muy pocos segundos, se centró en sus grandes clásicos con temas como Poses, Leaving for Paris, Cigarrettes and chocolate milk o The art teacher.

Rufus estuvo más serio y contenido que en anteriores espectáculos aunque también sacó a la luz su sentido del humor en algunas ocasiones en la parte final del concierto, como cuando le pidió por favor a un hombre (un pesado) del público que dejara ya de escribir en el portátil que tenía sobre sus piernas porque la luz le desconcentraba. Yo en su lugar le hubiera echado la bronca directamente, pero así es mejor porque si se lo recriminas a modo de chascarrillo todo el público se ríe del elemento en cuestión. A modo de resumen se puede decir que fue un grandísimo concierto (como siempre), eso sí, bastante sobrio y no apto para oídos no iniciados en la materia.

martes, mayo 04, 2010

Put the blame on mame


Hoy está siendo un día poco común. Después de un ataque de responsabilidad a primera hora de la mañana en el que he ido a hacer todo lo que tenía pendiente (pagar recibos, planchar, ir a la farmacia a por mis medicinas…), he decidido mandar a tomar viento fresco mi austeridad propia de la economía de guerra de la crisis y me he ido de compras. Después de comparar precios y productos en Zara y H&M –porque uno se ha saltado el ahorro pero sigue siendo igual de pobre- me he comprado dos camisas. ¡Y vaya dos camisas que me he comprado oiga! Tengo la moral altísima, voy más chulo que un ocho y estoy bien guapo. Es lo que tiene el consumismo, que a uno se le alegra el día.

Cuando he llegado al trabajo me he acordado de un favor que tenía que hacer a mis antiguos compañeros del canal de noticias. He tenido que llevarles una guitarra eléctrica de mi departamento para que hicieran unas pruebas de sonido porque hoy tienen la visita de algún músico. Pues bien, el favor no sólo se quedaba ahí, también me han pedido que me pusiera a tocar para la prueba. Después de media hora tocando, que ya no se me ocurría qué más tocar, con toda la redacción mirando y yo totalmente colorado de la vergüenza, van y me piden los técnicos de sonido que me ponga a cantar al mismo tiempo que toco la guitarra. Yo ya no sabía dónde meterme, he empezado a cantar pero suavecito por el bochorno que estaba pasando y al final me han pedido que cantase de verdad, a viva voz. Lo cierto es que en el fondo ha estado bien, cuando he tenido que cantar me he puesto con diferentes temas de Rufus Wainwright como Go or go ahead o Gay Messiah.

Después he vuelto a mi puesto, he encendido el ordenador y me he encontrado un mensaje en el facebook: “¡Enhorabuena! ¡Eres el ganador de dos entradas para ver mañana a Rufus Waiwright!” He flipado, he pensado que podía ser una broma y no podía entenderlo. Lo que es la vida y lo que son las coincidencias, después lo he comprobado y ya me lo he creído. Resulta que había participado en un concurso en el que preguntaban qué canción clásica de alguna película de Hollywood me gustaría que tocara Rufus en directo. Ya imaginaréis qué canción puse yo. Ahora sólo me queda encontrar una acompañante y esperar a ver si toca la canción.