Rick: Hola, buenas tardes.

Estanquera: Buenas tardes.
Rick: Un paquete de Camel y un mechero por favor.
Estanquera: ¿Alguno en concreto?
Rick: No, el que sea, me da igual.
Estanquera: Tres con noventa.
Rick: Aquí tiene. Gracias, hasta luego.
Estanquera: Adios gracias.
Entonces pienso: “pero que coño es esto?” Cuando me voy a encender el primer y ansiado cigarro del día camino de mi portal, descubro que he comprado el mechero más horrible del mundo. Con un fondo de la bandera de Jamaica, el primer plano es para un feísimo dibujo de un Rastafari con gafas de sol, pendientes enormes, una cinta en la cabeza y un porro en la boca. No os podéis hacer a la idea de lo feo que es y yo me pregunto por qué la estanquera me habrá dado ese mechero en concreto de entre todos los que tenía expuestos.
Yo siempre he criticado esas horteradas como las carterillas con el dibujo de la hoja de marihuana o los ceniceros con muñequitos de “Ratamaris” fumando porros, pero la estanquera va y me adjudica semejante encendedor. ¿Acaso tengo pinta de ser el fan número uno de Manu Chao? A mí no me pega nada este utensilio. Paso de él y me olvido del dibujo tan cutre.
Por la noche quedo con
el indomable para echar unas cervezas por el barrio y cenar en algún restaurante. Todo va normal, nos contamos nuestras vidas pero en un momento dado decido encenderme un cigarro. Yo ya no me acordaba pero él se fija y no puede evitar reírse y criticar el desafortunado dibujo de mi mechero. De ese modo compruebo que mi percepción estética no está alterada y que el encendedor es, efectivamente, horrible.