
Tres meses sin actualizar el blog, supongo que os debo una disculpa, o quizá no. Espero aunque sea haber conseguido que a quien no le interesara demasiado el blog ya no se meta nunca y que así el club sea un poco más selecto. Aunque no es cierto que no haya actualizado desde abril, durante dos días puede que alguno de vosotros hayáis visto una crítica de un concierto que tuve que quitar por problemas “personales”. Ya, supongo que no entenderéis esto y que fliparéis. Tranquilos porque a mi me pasa lo mismo, no lo entiendo y flipo, pero me como demasiado la cabeza y creo que hice lo mejor.
Os preguntaréis cuál es la razón por la que no he escrito en tanto tiempo. Lo cierto es que llevo una época un tanto rara, un poco de bajón y sin ganas de nada. Cuando estoy triste me da por no comer y por no arreglarme. Cuando mi madre me vio aparecer por la puerta hace dos días después de tantos meses se asustó; me dijo que entre lo flaco que me he quedado y los pelos tan largos y descuidados parezco un poeta pobre. Tampoco penséis mal, no soy un tirado que no sabe que hacer con su vida ni es que esté mal en Madrid, me encanta vivir en Madrid, pero siempre he sido un poco raro, siempre me he comido la cabeza y esta es una de esas malas rachas en las que se acumulan muchos contratiempos sin importancia hasta que hunden en la miseria a gilipollas como yo.
Tenía muchos posts pendientes como la banda sonora de la primavera, la crítica del concierto de Rufus o la del de los Rolling Stones, pero no voy a escribir nada de eso. De aquí al viernes voy a escribir todos los días pero sólo lo que se me pase por la cabeza, nada que tenga que hacer rápido u obligado, sino lo que sienta o piense. A partir del viernes no estaré el disponible hasta el día 16 porque estaré de juerga. Me despido hasta mañana agradeciendo vuestra paciencia si es que alguien me ha esperado, y ahora os dejo porque estoy de vacaciones y se supone que tengo que ir a pasármelo bien. A ver...