Códigos binarios

Me siento frente a la pantalla y no sé qué escribir, me dijeron que lo que se me pasara por la cabeza. Qué bien me están sentando las vacaciones. Aunque no estoy descansando nada, de un lado para otro viendo a tanta gente, recordando viejos tiempos y pasándomelo muy bien a pesar del mal tiempo.

Ayer tuve que ir al médico para mirarme lo de siempre, me dijo que me acostumbrara a consumir habitualmente analgésicos y relajantes. Yo solté una carcajada interior pensando: “si tú supieras...” Lo mejor fue el regreso a casa, me acompañaba mi padre y, en resumen, choqué con un hombre que no miraba por dónde iba y encima me increpó. Entonces yo, la persona más pacífica del mundo, que no me he pegado jamás con nadie ni me gusta montar numeritos me encendí, le insulté, le llamé de todo e hice ademán de acercarme y de quitarme el reloj para meterle una buena. Ya veis, me salió la vena macarra que tenía oculta y por semejante tontería. Imaginaos la cara de mi padre que me tuvo que frenar mientras me decía que no me alterara con gente como esa.

Tras dos posts tensos e intensos ha venido bien escribir estas tonterías; sólo una reflexión que se me acaba de ocurrir: aquí venía una reflexion y como veréis en los comentarios a jelly le gusto pero la he quitado. Lo siento, ahora creo que la reflexión no viene a cuento, puede que sea muy acertada o una cagada de magnitudes gigantescas. Quien la quiso leer ya lo hizo mientras pudo.