lunes, octubre 10, 2011

La isla



Estoy en el trabajo y estoy de lunes. Afortunadamente no tengo nada que hacer. Vale que hacer algo mantendría mi cabeza ocupada y haría que se me pasara la tarde de manera más rápida, pero lo que quiero es no relacionarme con nadie, no hablar y permanecer encerrado en mi despacho, y eso es algo que no podré hacer en el momento en que tenga alguna obligación.

Por el momento no me puedo quejar, estoy a oscuras con mi ordenador mientras escucho a todo volumen primero un disco de PJ Harvey y ahora uno de Joanna Newsom. Las voces femeninas siempre me resultan relajantes. Hoy necesito estar tranquilo, no estoy de buen humor, el fin de semana ha sido duro y estoy enfadado conmigo mismo.

Estoy pensando en ponerme a leer un ratito si es que puedo concentrarme. Ahora estoy enfrascado en "La isla" de Aldous Huxley. No es que sea una maravilla pero no está mal. Me queda muy poquito pero se está poniendo demasiado pesado con la filosofía oriental. Trata de un hombre que llega a una isla utópica en el trópico y va conociendo la manera de vivir de sus habitantes. Su organización se aleja mucho tanto del capitalismo como del comunismo y tienen una visión muy particular pero eficiente de la educación y de la vida. Es gracioso que, aunque la trama no tenga nada que ver, hay muchos detalles utilizados en la serie "Perdidos". Por ejemplo la escena inicial, un hombre con atuendos occidentales que despierta en mitad de la selva de una isla sin saber qué hace allí, o el hecho de que en la isla haya estaciones experimentales. Pero bueno, eso no tiene nada que ver con lo que quiero expresar.

Lo interesante para mí en este momento es la manera en que los nativos ayudan al protagonista a superar sus traumas, que es como ellos lo hacen. Se trata de revivir mentalmente una y otra vez el problema, el suceso que te atormenta hasta que deje de ser algo amargo. No es exactamente así, pero es que hoy no estoy muy inspirado y se trata de conceptos que hay que mezclar con la filosofía budista, sin embargo es obvio que para alguien encerrado en su despacho mientras escucha música melancólica no es algo fácil. Para lo que sí me da hoy es para comparar esa técnica con el error que suelo cometer yo y que mucha gente comete. Yo olvido el trauma, lo oculto, intento no pensar en él hasta que cuando lo haga no parezca tan horroros0. En otras palabras, dejo que el subconsciente haga el trabajo sucio. Funciona momentaneamente pero el poso queda ahí. Hay veces que luego eso sale a la luz poco o mucho tiempo después y hay veces en que no vuelve a manifestarse.

Yo no me veo capaz ahora mismo de, por ejemplo, revivir los errores del fin de semana que tan amargado me tienen hoy. Sería demasiado para mí. Lo único que quiero es un analgésico en forma de canción o de lo que sea. De todos modos intentar sufrir una catarsis a través de la música yo creo que también puede ayudar a que ese problema que te has tragado lo puedas digerir bien y no se te indigeste. A fin de cuentas ese es el fin de una experiencia catartica, ¿no?

jueves, agosto 11, 2011

Pero ahí está




Huimos de la verdad. Lo reconozcamos o no, lo hacemos. No significa que mintamos, significa que no queremos ver la realidad cuando no nos gusta, cuando no nos conviene. No es necesariamente malo, a veces es conveniente, siempre que en el fondo sepamos la verdad. Es lo bueno y lo malo de nuestra mente, está diseñada para que creamos una cosa, en el fondo sepamos que no es así y ambas ideas coexistan de manera equilibrada. Este hecho no se produce sólo a nivel individual, aunque parezca imposible puede producirse en grupo o hasta en masa siempre que los sujetos que realicen este malabarismo de autoengaño compartan convicciones y objetivos. Pero el poso siempre queda ahí.


La negación de la realidad tiene diversas ramificaciones que van desde el origen hasta la forma. Pueden estar motivados por verdades objetivas, costumbres sociales, vivencias personales (individuales o colectivas), hechos concretos... La variante que me interesa en este momento es cuando un suceso incómodo o desagradable entre diferentes personas cambia su relación social para siempre. En esta situación si para seguir adelante se huye de la realidad la manera más común es llegar a un acuerdo tácito de silencio. Ese hecho nunca ha pasado y se llega a esa conclusión individualmente y en grupo, es decir, dos o más personas (las implicadas) toman la decisión de no mencionar más el asunto y han llegado a esa conclusión reflexionando cada uno por su cuenta sin mencionarlo al resto. Es la única manera de que quede para todos realmente en un nivel más oculto de la mente. Si se hablara directamente de que no se va a volver a mencionar, nadie podría apartar tanto ese hecho de la realidad y de la vida cotidiana. Con el acuerdo tácito se consigue lo que comentaba al principio, conciliar dos verdades sin problemas. Se puede saber que pasó pero actuar y hasta reflexionar basándonos en el hecho de que aquello no pasó. Sin embargo sabemos que pasó.


¿A qué viene esta enorme comedura de coco? Esta semana he sentido como si uno de los muchos pilares en los que se sostiene mi mente fuera derribado. Puede que no sea fácil reconocer esos acuerdos tácitos de silencio ya que esa es la idea, que no sea fácil llegar a ellos ni para uno mismo, pero todos los experimentamos y no uno, sino varios. Hace unos días participaba en una conversación inocente y distendida entre amigos cuando de pronto me encontré con una bomba que estallaba en mi cara. Se trataba de una de esas negaciones de la realidad, uno de esos silencios, uno de esos secretos que compartía con una persona y esa persona lo mencionó. Simplemente lo dejó caer como parte de una exposición de una sucesión de hechos. No le dio importancia y no sé cómo digerirlo. Supongo que bien ya que ahora ya damos por totalmente superado ese acontecimiento del pasado. Pero es raro ya que aquello que pasó nos alejó durante una larga temporada y afectó a muchas personas. Es curioso porque de algún modo llevaba tiempo que una parte de mí quería tratar el asunto y que dejara de mantenerse bajo silencio. Era algo que teníamos en común, que estaba ahí aunque no lo mencionáramos y que, aunque no quisiéramos aceptarlo, afectaba a nuestra relación. Ahora tengo que habituarme a que aquello esté en un nivel diferente, en el nivel de la realidad y que pueda afrontarlo. Lo cierto es que me siento mejor.

jueves, junio 30, 2011

Analgesia anímica


Para conseguir la felicidad hay que trabajar duro, por lo menos para los bichos raros como yo a los que les da por pensar. Es necesaria una actitud positiva, satisfacer tus inquietudes y estar en paz con la gente que te rodea y contigo mismo. Pero la vida también nos brinda ciertas oportunidades, ciertos atajos para subir el ánimo u olvidarse momentáneamente de los problemas. Eso es lo que yo llamo analgésicos del alma.

Están los que todos conocemos que por medio de química producen cambios en el cerebro y modifican el estado de ánimo. Ahí entran desde el alcohol a todo tipo de sustancias ilegales blandas o duras y productos especificos legales que puedes comprar en la farmacia con una receta. El inconveniente es que tienen demasiados efectos secundarios en el organismo, desde daños más o mensos graves hasta la dependencia. Hay mucha gente que piensa que realizar una buena acción para sentirte bien con uno mismo puede ser un analgésico anímico pero eso es un error. Eso no es un analgésico, es una acción real que forma parte del crecimiento interior y la realización como persona, pero aquí nos referimos a las falsas mejorías que son más fáciles. Si alguien no está de acuerdo con eso que se fastidie que para eso el término me lo he inventado yo.

Todo esto venía a cuento única y exclusivamente para hablar de mi analgésico del alma favorito que experimenté ayer y hacía tiempo que no lo hacía. No hay nada como un poquito de consumismo para subir el ánimo. Sé que suena superficial, es que lo es. Por eso es uno de estos analgésicos y no forma parte de la realización personal, ¡pero que bien se queda uno! Puede tratarse de cualquier tipo de compra, la mía de ayer se trató de discos y libros, pero cuanto menos se necesite y más se desee la compra mayor es el efecto. Estos días, ya que después de un montón de tiempo por fin tengo dinero, voy a renovar mi armario. Compraré cosas que necesite y otras muchas que no necesite. Sé que en un par de meses me arrepentiré de no haber administrado algo mejor mi capital pero ahora mismo lo que necesito es una alegría frívola. Me produce satisfacción sólo de pensarlo.

jueves, junio 16, 2011

Verdades y mentiras


Siempre he dicho que lo que más odio es la hipocresía, no me gusta, hace que no me fíe y me provoca bastante dolor e ira. Me parece realmente importante dejar claro la diferencia entre la hipocresía y la mentira. Todos mentimos, pero no por ello somos unos hipócritas. Según la definición del diccionario la primera es el fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan. Esto es distinto a las multiples acepciones de lo que es mentir como pueden ser fingir, inducir a error, falsificar o faltar a lo prometido. Sin embargo dentro de la mentira también se encuentra el decir o manifestar lo contrario de lo que se sabe, cree o piensa. Ahí es donde se unen ambos conceptos pero con ciertos matices. Vemos cómo se puede mentir y, según cómo y por qué, ser un hipócrita, y mentir sin caer en la hipocresía. La mentira puede utilizarse para hacer el bien en ocasiones y considero que también se puede sacar provecho de ella en beneficio propio siempre que no sea algo excesivo o con un egoísmo desmedido. Me parece que estoy dejando demasiada manga ancha.

En los últimos meses estoy más perspicaz (o eso creo yo) al mismo tiempo que más cotilla. El resultado en la mayoría de los casos es desagradable, sobre todo cuando averiguas cosas de gente a la que quieres. Hace poco, entre copas perdí un poco el control de mis impulsos y el dolor y la ira de la hipocresía que había sufrido, lo que provocó que de mí salieran recriminaciones y consejos excesivos pero que supe expresar de manera que sólo los comprendiera la persona a la que iban dirigidos. Hasta en esas ocasiones me mantengo elegante. Otra persona presente se quedó un poco perpleja pero tuvo la suficiente inteligencia como para no preguntar. El resto no se enteraron de nada. Después de eso la persona hacia la que iba dirigido mi "speech" me dijo a solas que me había pasado. Que era capaz de perdonarme admitiendo que se me había "ido la olla" y que había cosas que yo no sabía. Sólo me hizo falta lanzarle una mirada que decía: no sólo sé lo que no me has contado, también sé lo que me has contado que es mentira y no me parece bien. Ante esa mirada lo único que pudo hacer fue pedirme disculpas y que hiciéramos como si no hubiéramos tenido esa conversación. ¡Lo que es capaz de hacer una mirada bien dirigida!

Ahora es cuando yo debo entonar el mea culpa porque llevo dos meses que no hay gente con la que no mienta descaradamente. Para cosas sin importancia o para darme una falsa notoriedad de manera totalmente hipócrita. Me siento francamente mal y algunas mentiras se me empiezan a ir de las manos. jamás creí que yo pudiera llegar a esta situación. Me toca empezar a cortarme y resolver entuertos. Me siento avergonzado.

lunes, mayo 30, 2011

Superado por las circunstancias


Contra lo que pueda parecer no estoy mal, estoy bien (a medias) pero me encuentro desubicado. No sé ni dónde estoy. Este último mes ha sido una montaña rusa en todos los aspectos. Hay veces que te dejas llevar sin parar hasta que llegas a un punto en el que no sabes cómo has llegado hasta allí o dónde coño está ese allí.

Para empezar está el trabajo. No sabemos si nos van a echar, externalizar o qué. A eso se junta el goteo de bajas voluntarias que nos hace que haya un par de despedidas por semana con sus correspondientes juergas. Mala vida (I). Por otro lado, vuelvo a dar bandazos entre las amistades. No tengo problemas con ellas, lo que pasa es que tengo demasiados compromisos o demasiada gente con la que me parece que tengo que cumplir. El resultado de esta locura es que al final todos piensan que paso de ellos porque no nos vemos con regularidad, pero es el "efecto boda": quieres juntarte con tanta gente que al final a cada uno lo ves muy poco. Por lo tanto, terminas saliendo todos los días para intentar no llevarte reprimendas. Mala vida (II). Luego está el tema del amor (qué cursi me pongo a veces). Ese tema te desubica desde el principio y para intentar ubicarme necesito salir con la persona que me desorienta o con otras para desorientarme del todo. Y es que últimamente me está pasando lo que no me ha pasado en mi vida, estoy triunfando como la coca-cola. No hay fin de semana que una señorita o dos no se me tiren a la yugular, pero para eso hay que salir. Mala vida (III). Sin embargo estoy tan desubicado que paso de las susodichas. Compadezco al psicólogo que quiera intentar comprender mi cabeza.

Con tanto jaleo no me extraña que la última semana haya estado taquicárdico perdido. No puedo ni dormir media hora seguida, las pesadillas se apoderan de mi sueño y me despierto con el corazón que se me sale por la boca. Ayer me dijeron que era mala conciencia. No podían decirme algo más típico, pero no es cierto. Ahora mismo mis demonios me permiten dormir, que es lo que más suele costarme, lo que pasa es que por primera vez no puedo mantenerme dormido. Lo dicho, estoy desubicado con tanto salto mortal de la vida y me superan las circunstancias. Sin embargo, mantengo una actitud positiva, y me gusta.

miércoles, mayo 04, 2011

¿Amistad?


El amor no correspondido siempre resulta frustrante. Pero no me refiero al amor del que parece que hablo. Hay muchos tipos de amor y uno de ellos es la amistad. Yo distingo entre amigos y conocidos. Con los conocidos puedes quedar, emborracharte, hasta compartir muchas vivencias pero hay un punto que no traspasas. Los amigos son esas -escasas- personas a las que quieres, no como pareja, pero por los que darías lo que fuera.

Éste es un tema que lleva rondando mi cabeza los últimos días porque me he dado cuenta de que siento celos por una amistad. Los celos son otra cosa que, yo creo, está infravalorada. Es cierto que unos celos obsesivos y posesivos no son nada buenos y menos en una relación de pareja. Pero es normal sentir algo de celos de vez en cuando siempre que se sepan controlar. A fin de cuentas los celos son un pecado y una virtud al mismo tiempo: un pecado ya que los mueve la envidia de que el amor de otra persona también recaiga sobre otro, y una virtud ya que es el amor y la necesidad de la otra persona lo que los genera. No olvidemos que ya he dejado claro que hablo de amistad, no de romance. No quiero que se me malinterprete.

Me duele y no sé cómo tomármelo, tengo esa sensación. Pienso que quiero a una persona mucho, bastante, y no veo la reciprocidad. Siento que yo pretendo una verdadera amistad y la otra persona no se deja querer. No tengo claro si para esa persona soy un amigo o un conocido. Por ahora he recibido desde detalles muy gratos y sinceros de auténtica amistad hasta desplantes injustificados que ni siquiera han sido mencionados después. No sé cómo actuar. Creo que lo mejor es que el tiempo pase y las cosas se aclaren.

martes, abril 19, 2011

Los vampiros del alma


Hoy casi no tengo trabajo. Ayer fue un día duro, muy duro, y acabó como acaban esos días, es decir, en un estado de semiconsciencia y con malas compañías. Menos mal que había venido mi padre a verme a Madrid y algo en el fondo de mi cerebro me impulsó a ser medianamente responsable y a no llegar ni muy mal ni muy tarde a casa. ¿A qué venía todo esto? ¡Ah! Ya sé, venía a que el otro día quise escribir un post pero me costaba tanto que lo dejé y hoy que tengo tiempo me estoy forzando a hacerlo. Se trata de un post oscuro, desagradable y hasta que no lo terminé no me quedaré en paz. No se trata de ninguna tragedia aunque hasta ahora pueda parecerlo; se trata de algo incómodo y que cada cierto tiempo recorre mi mente. Para poder redactarlo me he encerrado en mi despacho con la luz apagada y he buscado un disco oscuro que me guste para ponerme en situación. La elección musical ha sido el "Violator" de Depeche Mode, un clásico que nunca defrauda.

Siempre he presumido de llevarme bien con casi todo el mundo que he conocido, a lo que mis amigos más cercanos respondían matizando que lo que yo hago es querer a una mayoría de manera visceral y odiar a una minoría con el mayor desprecio. No pretendo engañarme a mí mismo, es cierto, pero muy rara es la ocasión en la que esos sentimientos me superan. Cada cierto tiempo (mucho, afortunadamente) me encuentro con un tipo de personas con las que soy absolutamente incompatible. No sé decir por qué, no hay motivos, podemos tener gustos e inquietudes similares o hasta seguir las mismas corrientes de pensamiento, políticas o culturales pero siento que algo no funciona. El efecto que esas personas provocan en mí no es inmediato, es de desgaste. No sé cómo describirlo pero comienzo a sentir aversión y una mezcla de sentimientos que no sé como determinar y, por ello, creo que lo mejor será que ponga un ejemplo de la última vez que me ha pasado algo así.

El círculo socio-laboral tiene que trabajarse, nunca es fácil, pero pronto llegas a una estabilidad. Hay gente más afín, otros con los que se establece una correcta relación de cordialidad y hasta gente con la que se mantiene mutuamente una distancia prudencial. Todo en orden. Pero hace unos meses llegó una de esas personas que te descolocan. No había motivos para las diferencias y nunca hubo un enfrentamiento directo. De hecho mi primera valoración de esa persona fue positiva hasta que empecé a sentir inestabilidades en mi interior. Dichas inestabilidades se fueron haciendo más patentes pero, al mismo tiempo, veía que todo mi círculo más cercano comenzaba a sentir más afecto y cercanía por el "elemento" en cuestión. Debo decir que coincidió con una mala época para mí, muchas circustancias adversas, sin embargo no era motivo para sentir lo que sentía. No quería ir a trabajar para no ver a esa persona, me causaba repulsa. Me sentía triste y llegaba imaginarme auténticas paranoias en mi mente infectadas por celos personales y laborales. Tampoco voy a negar que ciertas pasiones ocultas, una mujer y una tensión sexual no resuelta acrecentaron y dinamizaron el proceso aunque no hubiera razones reales para ello. Lo peor es que era capaz de discernir a la perfección mis sentimientos y no podía remediarlo mientras, al mismo tiempo, una clara sensación de superioridad sobre esa persona se confundía con la de inferioridad en determinados aspectos. Recordé que me había pasado antes con otros actores que el destino me había presentado y que todo se solucionaba cuando salían de mi vida.

Afortunadamente para mí esa persona desapareció hace poco de mi rutina (espero que para siempre). Además coincidió con la llegada de la primavera y cuando comencé a volver a tomar las riendas de mi vida. Desde entonces, de un día para otro, la felicidad o al menos la estabilidad emocional han regresado a mi día a día. Me puse a pensar en ello y decidí catalogar a esas personas como vampiros del alma. Sí, ya sé que suena estúpido y pueril pero es lo único que me vino a la cabeza.

Siempre he sentido fascinación por los vampiros y, aunque ahora que los tenemos por medio de series, libros y películas hasta en la sopa, me siguen pareciendo unos seres fantásticos apasionantes. Los muertos vivientes que se alimentan de la vida del resto y se caracterizan por su falta de escrúpulos y su elegancia. Por eso me duele tanto la sensación de que las personas que más me recuerden a esas criaturas en la vida real me hayan causado tanto malestar. Siento que alimentan sus energías con todo lo bueno que hay en mi interior hasta dejarme vacío salvo de malos sentimientos y eso resulta frustrante.

Por eso ahora mantengo la esperanza (por muy cursi y adolescente que parezca) de que un vampiro de verdad me convierta para así vengarme consumiendo hasta la última gota de vida de esas personas que en lo único que se caracterizan a simple vista es en lo poco interesantes que resultan, la poca elegancia que lucen y lo despreciables y carroñeros que son en su interior.