viernes, enero 04, 2008

Nochevieja 07 (II) –Buen sabor de boca-


Hay ocasiones en las que te ocurren cosas curiosas e inesperadas. A las pocas horas de comenzar el año, travestido y ciego, me puse a hablar con una chica en la oscuridad de un bar y con un ron con limón en la mano. Interrumpo la narración para aclarar que no se trata de nada relacionado con rollos o enamoramientos (bastante revuelto tengo el corazón ya) antes de que penséis lo que no es, porque realmente fue mejor. Ella se alegró mucho de verme y empezó a hablarme con una confianza poco usual. Yo creía que se confundía y no sabía dónde meterme hasta que empezó a llamarme por mi nombre.

Durante un buen rato después creía que me tomaba el pelo, no paraban de salir perlas de su boca y he de reconocer que al principio no sabía quién era ella. Luego caí, la conocí en una cena la primera vez que volví a Pamplona una vez viviendo en Madrid. Fue muy raro, me decía lo bien que les había caído a sus amigas y cuánto las había impresionado. No recuerdo los halagos exactos pero estuve un buen rato hablando con ella, me presentó a su novio y me dio su teléfono para quedar la próxima vez que volviera al norte.

Fue una de esas veces en las que ves que hay química con otra persona, de ahí acaban saliendo las mejores amistades. No paré de darle las gracias por lo que me decía, nuestro encuentro coincidió con el momento etílico de la exaltación de la amistad y eso hizo que las cosas fueran más fáciles. Aquello supuso una inyección anímica que yo realmente necesitaba en aquel momento. Sin duda fue lo mejor que me ocurrió durante la noche y consiguió que después de mucho tiempo me metiera en la cama con una sonrisa en la boca. Quizá después sólo quede un par de días con ella, pero aquella conversación ya mereció la pena.